Los conflictos son situaciones en las que la persona, consigo misma o con otras, entra en oposición o desacuerdo porque sus posiciones, sus intereses, sus necesidades, deseos o valores son incompatibles o percibidos como incompatibles, donde juegan un papel importante los sentimientos y las emociones.
El conflicto es inherente a la condición humana, abierto a la regulación constructiva. Modifica estructuras de poder. Supone tensiones capaces de contrucción o creatividad. Son oportunidades de transformación. La
relación entre las partes puede salir robustecida o deteriorada en función de cómo sea el proceso de resolución.
En educación el conflicto se manifiesta en todos los actores del proceso enseñanzaaprendizaje. En momentos de cambio, de incertidumbre, de transformaciones, en el docente confluyen los conflictos desde la oposición que supone.
Ante esta situación, que plantea un problema intelectual, emocional , relacional y organizacional, el docente puede resistirse, paralizarse o aceptar dicha situación conflictiva como un desafío y una oportunidad de desarrollo personal y profesional. La última opción es desde donde se parte para redefinir el rol.
Para hacerlo, hay que capacitarse a partir de cuatro aspectos:
- Incluírse en la sociedad del conocimiento para formar en ella.
- Elegir contenidos, procedimientos, estrategias y proyectos con visión integradora y significativa.
- Intervenir e innovar en los procesos que contribuyan a la capacitación profesional y transformación de las organizaciones.
- Entender que el clima institucional constituye uno de los factores determinantes y facilitadores de los procesos organizativos y de gestión, además de los de innovación y cambio.
La escuela es hoy más que nunca el lugar donde se aprende más que el lugar donde se enseña. La escuela debe ser una organización que aprende, que cambia, que empuja los movimientos sociales. El docente configura el clima institucional a partir de sus actitudes y comportamientos, si se siente parte individual y colectiva de la institución, si encuentra sentido a su misión y al proyecto educativo, si siente que ése es su lugar de pertenencia, si siente confianza en las normas y en la “palabra de los otros” y que “la suya” es importante, si puede configurar un equipo de trabajo y puede ser reconocido en sus logros.
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